--Pondré enseguida un taller de mecánica – soy bueno en eso,me gusta,
contestó el Ejecutivo de la Universidad de Música. Después de 30 años de servicio, había
trabajado un par de años de más, y mientras, en el último año hizo un par de
veces números de lo que iría a recibir como
pensión. Contento y satisfecho de los resultados.
--Incorrecto, mi querido amigo. Debes darte un tiempo. Al
menos de 6 meses a un año, antes de volver a emprender una jornada nueva de
trabajo. Eso te dará tiempo de
refrescarte y analizar todo lo del
taller.
Puedes ir varios meses a Alemania a estar con tu hija y tu
nueva nieta, tus tesoros, que se fué con
su esposo soldado y quieren verte.
Se quedó con la mirada
fija en el vacío, como si lo
analizara.
Pero en Jorge había otra prioridad. Arreglar de una vez por
toda, la tranquilidad de su entorno. Se acostaba con el tiempo razonable para
madrugar a abrir las oficinas ejecutivas, y luego atender y entregarse a todo
el estudiantado,con las becas.
Al regresar a su hogar, tenía cuatro "cantinas", residencias ensordecedoras en todo su entorno, alfrente de su casa, al lado, y atrás.
Yo le decía:
-Aprovechemos a practicar ese ritmo, que todavia yo no lo sé
bailar, (por aquel de “si del
cielo te caen limones, haz una
limonada”) y nos sonreíamos.
Pero sus emociones fueron tan afectadas, para manejar esta
situación, que terminaron, Jorge y los vecinos en el Tribunal.
Unos días antes de la
vista, fuí a verlo a su casa, y casi recién llegue y salí del carro, veo que el
vecino de alfrente junto con la esposa, agarrados de brazo y cintura venían
caminando hacia nosotros, yo me metí casi en el carro, y el se quedó parado
entre la entrada del portón de su casa. Pude ver claramente que el vecino portaba
un gran cuchillo, que desvió el camino hacia el lado, que no había
residencia, comenzó a cortar y cortar matas, vaciando todo su ímpetu y energías. Lo antes que pude, después de ver todo, me
fuí y Jorge entró en su casa. Lo llamé desde mi casa para saber cómo estaba y le
dije que podía contar conmigo como testigo. Me dijo que era ella la que
impulsaba al marido a esto.
El caso de alteración a la paz, se dió en el Tribunal y le dieron toda la razón a Jorge. Le hicieron
la despedida a Jorge en el trabajo.
Llegó el día de comenzar su retiro. Yo, su ex compañera de estudios
secundarios, y amiga de su familia, le dí el espacio que necesita una persona,
recien retirada, y el par de meses para que pensara y no influir en sus
decisiones, ya yo había hecho mi contribución.
Al pasar el par de meses, lo llamé. El teléfono no
funcionaba. Entonces decidí pasar por su casa.
El vecino de al lado, y amigo, me dijo, se fue y en los brazos de su
madre anciana.
Las emociones le pasaron factura. No le permitieron, ni
cobrar el primer cheque. Toleró tanto, calladamente, se acostaba suprimiendo
sus ganas de pedir paz, libertad,
consideración.
Las emociones nos pasan facturas, nos cobran un órgano, la vesícula,
el corazón, la razón, la cordura, y en
el caso de Jorge, la factura fue muy alta.
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