sábado, 13 de julio de 2013


-Madre, quién es tu enemiga?
Pregunté ese día a mi madre. La consideraba perfecta. Pero como ella misma me decía, Jesús fue santo y perfecto y lo crucificaron. Entonces, me levantaba sospecha de poco sincera, la vecina que me detenía a hacerme preguntas que podía hacerlas a ella misma, a mi madre. Eso no me agradaba. Yo era muy joven, y siempre tuve un sentido muy alto de la amistad.
-No hay enemigas.
-Alguien tiene que haber, mami, que aunque una de la amistad, alguien no sepa apreciarla. El problema está en la otra persona. No ha bregado con su propias inseguridades, o tiene algo que ocultar, o cubrir. Sé que esa persona le quitó el esposo a nuestra otra vecina, pero de eso va mucho tiempo, y ella ahora está asistiendo a la iglesia. Mami, tus amigas son mis amigas, y si hay alguien que no te aprecia, no le voy a dedicar mi amistad, no la merece. (Sabía la calidad humana de mi madre, era un pan de Dios, dulce y servicial).
-No es ella, contestó mi madre.
Entonces, me contó....





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