"Qué es lo más que te gusta hacer?", me preguntaba mi nueva orientadora. No contesté, realmente porque no me gustó la pregunta. Yo tenía tantas defensas, tantas reservas. No estaba dispuesta a que nadie invadiera mi espacio para señalarme que no estaba dando el cien por ciento. Tenía mi consciencia tan clara que había hecho todo lo más que pude. Había llegado y aceptado su ayuda, porque sentía que había realizado todos mis deberes en todas las funciones de madre, ama de casa, como hija, y nada parecía haber llenado las espectativas de mi entorno.
En la segunda ocasión - "Qué es lo más que le gusta hacer a Idalia?" .En esta ocasión, ya, además de no querer contestar para que entendiera que no lograría más con la pregunta, también, me puse muy seria. Hoy me río de esto. Porque la persona que estaba frente a mí, me iba a ayudar a diseñar mi tiempo, había visto que yo estaba colgando mis alas, algo desilucionada, pero yo no había visto que había algo que no había intentado. Y eso era lo que ella veia, y quería que yo también lo viera. Y lo hiciera. Era, que todo lo que había realizado, había sido bello, había logrado sueños para otros, con tiempo, esfuerzos de energías. Pero, aunque todo me daba mucha satisfacción, siempre hay un ""no se logró, o no se hizo". "Lo que pudo haber sido." Aunque hubiera sido muy responsable.
Nunca me había detenido para pensar en esta pregunta. Nadie me la había hecho. Porque siempre habían deberes y obligaciones. Así, que fuí bajando mi guardia, cuando ví, que mi interlocutora, me convence de que debo indagar en mi vida por algo que me guste, algo que disfrute hacer, en todo mi tiempo, que tenía que hacer algo que no fuera negociable con cualquier otra responsabilidad, aunque ésta me llenara también. Al ver que no tenía que protegerme de ella, que no me iba a decir, Por no haber hecho, o debiste...., Entonces contesté: Me gusta leer...
Era un sueño, ya hacía tiempo no tomaba un libro como antes. Y mientras hubieran otras cosas por hacer, ni pensarlo, por un buen tiempo. Pero, luego que hablé con la joven, recogí nuevamente mis alas, y me regresé a mi casa desplegándolas, y diseñando mi tiempo para la lectura, un tiempo, que sería a las horas que entendía podía hacerlo, en los momentos y dias, que podría ser, sólo sé que sería y lo es, TIEMPO no negociable por otras cosas, y así diseñé mi tiempo, mis deberes, obligaciones, y lo que me gusta hacer.
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