Si quieres lanzar una marca y, diseños de modas
La revista colombiana Fucsia.co te pone al dia con la moda, entre otras cosas. Aunque alegan que la moda viene de París, es Colombia que va marcando el paso con sus gurús. Contratan al maestro Shingo Sato para adiestrar por 15 días a los patronistas en Colombia, y estos a su vez, sacar las creaciones de los diseñadores, por 4 meses, a ser todo mostrado en el Museo de Colombia.
Lo traemos a Puerto Rico??
http://www.fucsia.co/moda/tendencias/multimedia/shingo-sato-patronista-japones/61118#.VS05EZOyNqE
Shingo Sato y sus desafíos
El maestro japonés que desarrolló la técnica de patronaje
Reconstrucción Transformacional, con la que ha revolucionado la forma
como se hace ropa, estuvo en el país en el edificio de LCI Bogotá
dictando un taller de una semana a los 15 participantes del programa
Maestros Patronistas.
Los 15
patronistas elegidos para el programa Maestros Patronistas, creado por
FUCSIA y Club Colombia y liderado por LCI Bogotá, llegaron finalmente a
su primer día de clase. Los esperaba el gran maestro japonés
Shingo Sato, el hombre que se ha hecho un nombre en el mundo por llevar
su idea de desdibujar las líneas de costura, ensamblar piezas de otras
maneras y crear volúmenes con pliegues simples, casi como si con la tela
pudiera jugarse a hacer origami. El encuentro era un suceso inédito.
Era algo que Cristian Ríos, patronista durante décadas de la diseñadora
Faride Ramos, describió con belleza y precisión así: “Poder compartir un
taller con el maestro Shingo Sato es como si un futbolista anónimo de
repente pudiera jugar y compartir con Messi”.
Mira el video:
Patronistas, los artesanos de la moda (
PRESIONA-enlace activado)
Shingo, que pasa la mitad de su vida en el cielo viajando y la otra
mitad sacudiéndoles la cabeza a estudiantes de moda y patronaje de todo
el mundo, aceptó la invitación de venir a Colombia para compartir sus
desafíos técnicos con este grupo de patronistas que trabajan en las
entrañas de los talleres de los más importantes diseñadores nacionales,
convencido de que la maestría de la técnica es fundamental para mejorar
la calidad de la moda en cualquier lugar. Antes de empezar su taller
quiso contarle su inspiradora historia a FUCSIA.
¿Cómo fue que te cruzaste con el patronaje?
Después de acabar la escuela de moda en Japón, viajé a París para
terminar los estudios, luego fui asistente del gran diseñador Azzedine
Alaïa, que fue una tremenda fuente de inspiración, pues de él aprendí a
romper las reglas, a crear siluetas excelsas con otros patrones no
convencionales, a desarrollar siluetas nuevas. Después de cuatro años de
puro aprendizaje, trabajé con el diseñador italiano Nicola Trussardi
durante dos años más y tras ese discurrir por los talleres de
importantes creadores me di cuenta de que yo, que había estudiado para
ser diseñador, no quería tener una marca propia como Shingo Sato, sino
que había descubierto mi lugar en la moda y ese era la técnica, era en
el mundo de los patrones y de los dibujos en donde yo me iba a hacer un
nombre.
¿Hay algo de tu legado japonés que haya determinado tu forma de concebir el vestido?
El origami es una manualidad que aprendemos desde pequeños en la escuela
elemental todos los japoneses, el juego con el papel nos enseñó así
desde niños a crear pliegues y volúmenes. Cuando miras los diseñadores
japoneses, siempre verás el volumen como un elemento determinante, es
como si se entendiera de otra manera el vestido. Están también enfocados
en crear texturas muy trabajadas y complejas que cubran el cuerpo. Sin
duda algo de eso habita en cada una de mis clases.
¿Cómo fuiste desarrollando la técnica que has bautizado Reconstrucción Transformacional?
En las escuelas suelen enseñar métodos universales, hay muchas normas y
muchas reglas cuando aprendes a hacer un vestido. Es un aprendizaje muy
rígido y a mí en la escuela me decían que no podía hacer una cosa u otra
porque era prohibido, pero nadie me daba la explicación de por qué no
se podía; yo quería encontrar la razón por la que no se exploraban otras
maneras de concebir y hacer la ropa. Y así, experimentando, observando
y, sobre todo, trabajando con el cuerpo de las mujeres en tres
dimensiones fui desarrollando esta técnica Reconstrucción
Transformacional o RT, que suprime las pinzas y las líneas de costura
indispensables en el ensamble de piezas de vestir y las reemplaza por
cortes asimétricos, geométricos, circulares, que crean un novedoso
manejo de volúmenes.
Una vez desarrollaste tu técnica, ¿por qué decidiste volcarte a la academia?
La primera escuela en la que enseñé fue en la más reputada academia de
moda de Japón, y ahí mi primer interés era mostrar mi capacidad de
transgredir esas formas convencionales y, a mí modo de ver, aburridas de
hacer los patrones.
Pero fue demasiado para los alumnos, como un shock, así que cambié la
estrategia, hice más sencillo mi método, lo volví básico para que ellos
vieran cómo mi técnica se podría aplicar tan solo con uno o dos días de
práctica y ver el producto. Resultó ser un proceso muy estimulante y
adictivo para los alumnos. Pero mi mayor enseñanza para cada grupo de
alumnos que empezó a pasar por mis manos fue que tenían que poder pensar
de otra manera y que debían perder el miedo a experimentar y, por
consiguiente, al error.
Muchos de los desarrollos que he hecho son el resultado de algo que he
bautizado como felices equivocaciones. Pero mi ambición era llevar esa
nueva manera de pensar a otros lugares más allá de Japón y por eso
durante casi más de dos años me concentré en lograr una clase en Saint
Martins School, el lugar en donde se forjan los grandes diseñadores, y
ese ha sido uno de mis grandes sueños cumplidos.
¿El patronista o diseñador que ha pasado por su clase qué le aporta de especial a un taller de moda?
Creo que se convierte sobre todo en un instrumento nuevo, que pregunta y
duda, que propone maneras no convencionales de pensar los patrones, que
es capaz de desenvolverse en el 3D, que es la manera como se debería
pensar el cuerpo. Tiene, sin duda, más herramientas para expresar su
inspiración y puede ayudar más al diseñador.